lunes, 21 de enero de 2008

Cualquier tiempo pasado no fue mejor


Ya lo ves Yoli, a las pruebas me repito.
Así es la vida, altos, bajos, entradas, salidas. Hoy eres mi mejor amigo y mañana no. Pero hay que seguir. ¿Por qué?. Supongo que básicamente por inercia. Te remito a una película que me sorprendió gratamente estas Navidades "Vive como quieras" de Franz Capra. Es lo mejor que he visto en mucho tiempo si no tienes prejuicios con el blanco y negro y las películas de los años 30. Mucho mejor que la educación para la ciudadanía social. Si eso no funciona y quieres deprimirte de verdad te recomiendo "Requiem for a dream" de Aronofsky. Disfruta lo que tienes, que seguro que es mucho y hazlo todos los días (suena a powerpoint. No se lo envíes a 10 personas porque no te servirá de nada). De todas formas para disfrutar de la vida siempre nos quedará Arvo Pärt para esas noches en las que dices que el tiempo se detiene, siempre maravilloso y si no Geek de la Red. Consuélate, los hay peor. Hay tienes a la pobre Alicia sin ADSL ni .

2 comentarios:

Alicia Varo dijo...

jopelines, pues yo les veo muy majillos, con cara de no haber roto un plato, con cara de hago lo que quiera y no pasa nada... Esa inocencia si que se ha perdido y sí que era mejor. Ahora todo lo que haces tiene su efecto (en tú interior y sobre los demás) y eso da pié a estar muy parados...

Yo os digo: Yo quiero marcha, marcha... y nada de películas, libros o musiquitas, que eso da mucho que pensar y no es nada bueno.

Y para esos momentos que no nos aguantamos de verdad un poco de chocolate o cuarquier guarrería que a cada uno nos transporte al estado mental citado al principio (ignorancia supina de los efectos de nuestras acciones...)

Saludos compañeros marcianos¡¡¡!!!!

yolanda dijo...

Tiene razón Alicita, pensar mucho no es bueno, que luego acabamos siempre dándole vueltas a cosas y comiéndonos el coco. Pero no puedo evitar sentirme, más veces de las que quisiera, como si me hubiese mudado a Marte o como si tuviese que correr detrás de la gente para que se dieran cuenta de que estás. Luego terminas comprendiendo que no es la mejor de las actitudes, porque resulta más penoso que otra cosa y optas por el otro extremo: pasar de todo, a ver si, aunque sea de casualidad, te echan de menos. Y ni por esas, oye, no funciona, qué desastre. Mucho hemos cambiado y mucho se nos ha ido sumando. Cada vez nos parecemos menos y tenemos menos cosas en común. Cambiar a estas alturas va a ser una tarea muy dura.