jueves, 22 de febrero de 2007

No hemos cambiado en nada o "la culpa no es yo".


Salgo a la calle. Veo una chica muy mona que saca de su bolso un paquete de tabaco. Toma un cigarrillo, supongo que el último y arroja el paquete al suelo, incluso sin estrujarlo. Pasa una moto del municipio que recoge cacas de perro y demás deposiciones, pero me asombra que no han pasado ni cinco minutos y ya han aparecido otros nuevos excrementos, por mucho que los hablemos estos noble animales no entienden de postulados sociales. Se podrían contar muchas más y sin rebuscarlas. La realidad es que somos guarros (me incluyo como miembro social aunque no guste de este tipo de prácticas), tengo la suerte de poder decirlo y no ser tachado ni de retrógrado, “regresista”, o frenopatiquista, por el anonimato y la indiferencia que surten mis opiniones. Si alguien quiere pedir mi dimisión al frente de este blog que rellene el formulario pertinente.
No ha servido de nada. Campañas, concienciación, medios, todo inútil. Cuando éramos niños en el colegio nos quejábamos porque no había de papeleras. Ahora están a miles y todo sigue igual o puede que peor. La calle no es de nadie, como el dinero público o todo lo común. Me imagino que la culpa la tienen los políticos, los “emigrantes” o mejor aún, la sociedad, gran refugio en el que alojar frustraciones, miedos y falta de coraje. “La culpa no es yo” eso está claro. Si pasa algo que me afecta, siempre hay algún factor externo a quien imputar la falta y así exonerar a la mente de cualquier ejercicio de responsabilidad o reflexión. Es una postura cómoda y además encontramos enemigos que son muy útiles en estas vidas que llevamos plenas de aspiraciones no logradas. El mirar hacia dentro no es una opción. Claro está, nadie tiene la culpa. Mientras tanto seguimos viviendo en ciudades feas, sucias y grises. Ahora somos un país rico pero nuestra cultura social sigue siendo pobre. Lo que me altera es que no en todos los sitios es así lo que demuestra que no hay excusas.
Echo de menos los tiempos en los que en los pueblos cada uno limpiaba su parte de calle como muestra de respecto hacia los demás. Ahora esas tareas son indecentes y las tenemos subcontratadas. Hace unos días un político francés hablaba sobre la posibilidad de que los alumnos se levantasen cuando entrara el profesor en una clase. La vuelta al respeto no debe considerarse como algo negativo. Puede que aquí ya sea un poco tarde para volver a eso y si algún día lo hacemos será a la fuerza y de mala gana. No se habrá conseguido nada. Pero tenemos que desprendernos de esa falsa idea seudoprogresista sobre el bien y el mal. Lo importante es mejorar. Los mejores siglos del pensamiento, la literatura y el arte han sido pretéritos. La ciencia avanza que es una barbaridad pero sólo ella, y a mí me llega sólo de refilón. Más reflexión y menos televisión. La realidad es dura, por eso siempre vuelve.

3 comentarios:

Vicente dijo...

Si que rezuma alegría este blog, si. Hombre, yo creo que en algunas cosas si hemos avanzado. Buena parte de la basura se recicla. Muchos dueños de perro recogen las deposiciones de sus mascotas (impensable hasta hace no mucho). Eso si, probablemente sigue siendo una isla en un mar de guarros. Probablemente el problema esté más en la alienación de los espacios comunes. En esa despreocupacion porque, al fin y al cabo, lo que es de todos no es de nadie.

juliserra dijo...

Está claro que eres un hombre positivo, ves algo de líquido en la botella y lo celebras. No te censuro, entre tanto escepticismo hay que dejar una pequeña esperanza de cambio a mejor. Ya me gustaría estar convencido de que Dios existe parafraseando a un filósofo que no era Santo Tomás. Los positivistas estáis de enhorabuena, hasta Jodorowsky sale en la tele.
http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/jodorowsky/buenanoticia.htm

Yolanda dijo...

Vivimos días extraños. El sol está en lo alto. El calor invita a pasear, a sestear, a sentirse vivo y pleno. Pero dentro de algunos de nosotros el frío y la lluvia se han instalado poderosamente. Y aunque sabemos que es temporal, aunque tenemos la certeza de que el tiempo pone las cosas en su lugar, la tristeza no tiene fecha de caducidad ni se deja manejar. Los que la contemplamos apenas podemos tratar de paliarla con un abrazo, tratando de que sus lágrimas se sequen en nuestro hombro y sentirnos pequeños y un poco perdidos también. Tierra sobre madera y el sol allí arriba. Qué paradoja. Nada te hunde más que la pena de los que quieres. Pero el verano vendrá, aunque ya haya terciado noviembre y él volvera a ver flores y nubes y colores y volverá a reir a carcajadas llenándose el pecho de vida, la misma vida que ahora parece tan hostil y oscura. Es mi deseo y mi esperanza.